"Se pelan los bosques, la tierra se hace desierto, se envenenan los ríos, se derriten los hielos de los polos y las nieves de las altas cumbres. En muchos lugares la lluvia ha dejado de llover, y en muchos llueve como si se partiera el cielo (...) Las inundaciones y las sequías, los ciclones y los incendios incontrolables son cada vez fenómenos menos naturales, aunque los medios insisten, contra toda evidencia en llamarlos así". Eduardo Galeano, "SOS".
Aire: Cambio climático (documental Canal Encuentro)
"El clima está loco", echan la culpa al cambio climático. Las recientes inundaciones en la provincia de Córdoba (Argentina) dejaron un saldo de 7 muertos y 1.500 viviendas dañadas, según informó la agencia Télam.
Las lluvias ya no constituyen una "bendición del cielo" sino que el aumento de las precipitaciones (intensas en cantidad, frecuencia y duración) provocan inundaciones y pérdidas económicas, materiales y lo más importante: vidas humanas, animales y vegetales. Nunca más apropiada la expresión "llueve sobre mojado", dicho popularmente para referirnos cuando a acontecimientos negativos o contrariedades se añade una desgracia más que agrava la situación. Mientras los gobiernos de los países se reúnen en un Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, se siguen utilizando combustibles fósiles y generando cada vez más gases de efecto invernadero.
Hasta en las charlas de café se responsabiliza a la corriente el niño, pero como explica el especialista Angel Menendez, jefe del Programa de Hidraúlica Computacional del Instituto Nacional del Agua (INA) no es un fenómeno nuevo, es una corriente periódica pero ha variado en su intensidad lo que provoca aumento de precipitaciones en zonas húmedas. Parece que debemos acostumbrarnos a lluvias persistentes e intensas en cantidad y permanencia.
El Informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), reunido en noviembre del año pasado, advertía sobre el aumento de las precipitaciones, olas de calor y derritimiento de glaciares en nuestro país como consecuencia del cambio climático. Mientras tanto, como en el caso de la provincia argentina de Córdoba, la deforestación y la falta de políticas ambientales gubernamentales causan estragos. Ya lo adelantaban Marcelo Cabido, colaborador del IPCC, que ganó el premio Nobel de la Paz en 2007 y Marcelo Zak, ambos investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba en un documento publicado en 2010 "Las tasas de deforestación sufridas año a año por los bosques cordobeses no tienen parangón a nivel mundial, superando incluso a las correspondientes a bosques tropicales en otros países pobres que, como consecuencia, resultan aun más infortunados. Sucede que cuando se pierden los ecosistemas de bosque desaparecen también, junto a la pérdida obvia de bienes forestales, los servicios ecosistémicos que estos proveen y que redundan en beneficios continuos, gratuitos e insustituibles para las poblaciones humanas (tal el caso de los servicios de purificación del aire y el agua, de formación y retención de suelos, de control de sequías e inundaciones, de polinización, entre tantos otros)."
En este contexto cada vez más extremo es primordial el compromiso de los gobiernos a través de políticas que modifiquen los actuales patrones de producción y consumo, basados en combustibles fósiles y que promuevan acciones de prevención y adaptación para hacer frente a los efectos del cambio climático.
En este contexto cada vez más extremo es primordial el compromiso de los gobiernos a través de políticas que modifiquen los actuales patrones de producción y consumo, basados en combustibles fósiles y que promuevan acciones de prevención y adaptación para hacer frente a los efectos del cambio climático.
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