Quería escribir sobre las inundaciones de agosto del 2015 en la provincia de Buenos Aires y me acordé de la película "El viaje" de Fernando "Pino" Solanas. Y que me habían impactado las imágenes del poblado que quedo debajo del agua después de una gran inundación a mediados de la década de los `80: Villa Lago Epecuén. Recomiendo la película sobre todo porque es toda una metáfora de un país que se "hundía" bajo las políticas neoliberales de los noventa.
La historia del pueblo sumergido es más o menos así. Los primeros pobladores se ubicaron a orillas (demasiado cerca) de la laguna Epecuén, sacando provecho del turismo atraído por la salinidad de estas aguas, (decían tres veces más salobres que el Mar Muerto) y que promocionaban con virtudes curativas. Durante años se monitoreó el avance de las aguas y se fueron construyendo muros de contención. Después de la dictadura militar, dejó de realizarse este "seguimiento" y junto con algunos chacareros que realizaban canales clandestinos para desagotar o proveer de agua a sus campos, el avance de las aguas amenazaba peligrosamente con llegar hasta las casas. Y lo peor al fin sucedió a fines de 1985. "Epecuén colapsó el 10 de noviembre. Dos semanas después casi todas las casas estaban sumergidas. Los vecinos se volvieron expertos en desarmar puertas y ventanas en tiempo record, en rescatar fotos y mascotas mientras todo lo demás desaparecía. El drama fue tan arrasador que los ataúdes salían flotando del cementerio" La sombra del agua
A quien le interese profundizar en el caso, puede leer la historia en clave de novela, "El agua mala. Crónica de Epecuén y las casas hundidas" de Josefina Licitra.
Hoy, las aguas empezaron a bajar y Epecuén es un destino "turístico" donde pueden verse sólo ruinas con capas de óxido y sal. Pero también este panorama puede hacernos reflexionar sobre la acción del ser humano sobre el entorno natural.
Ya no podemos hablar de las inundaciones como "desastres naturales". Las acciones y/o inacciones humanas tienen un protagonismo esencial. Cuando el ser humano realiza canales para desviar o acercar el agua para beneficiar sus cosechas, cuando los campos se cultivan con soja y no se realiza el necesario recambio del suelo y se mata todo ser vivo (amén de deshacerse de las malezas) fumigando con glifosato, entre otras. Pero también cuando las gestiones no se ocupan de regular el tema y de aplicar políticas públicas preventivas.
La clave está en "gestionar el riesgo" en un trabajo de prevención donde se comprometa el sector de gobierno pero también las acciones individuales. “Sólo hace falta decisión política y compromiso social para llevar adelante esta política” afirma Silvia Fontana, doctoranda en Política y Gobierno de la Universidad Católica de Córdoba (UCC). En relación a las fuertes inundaciones que afectaron a la provincia de Córdoba, la investigadora observó que la sociedad cordobesa no percibía el riesgo y que consideraban el evento como "extraordinario". De alguna forma veían la responsabilidad fuera de ellos.
Ya comentábamos en este blog, como el cambio climático, profundizado por las actividades humanas impacta sobre la frecuencia y cantidad de las lluvias y en la imperiosa necesidad de adaptarse para el cambio.
Se trata en definitiva de asumir conductas responsables y comprometidas a fin de prevenir y/o mitigar los efectos de los cambios climáticos.
Para conocer más:
Del estudio de las inundaciones a la gestión del riesgo de desastres (Universidad de La Plata)
Cuando se percibe el riesgo, no deja de haber incertidumbre, pero puede manejarse el conocimiento, estar prevenidos.