lunes, 21 de enero de 2013

Energía sostenible para todos y todas

 La energía es al desarrollo de los países lo que el alimento es al desarrollo del organismo humano”, decía el General Juan Domingo Perón. 

Hace unos días, la ciudad de Emiratos Árabes Unidos, Abu Dahbi, fue el escenario donde 150 representantes de países se congregaron en la VI Cumbre Mundial de Energías Futuras, para debatir sobre la inversión en energías renovables y el acceso equitativo a los recursos energéticos, entre temas prioritarios. Alli surge un interrogante crucial: qué tipo de energía es necesaria para el desarrollo sustentable de un país, que garantice el acceso universal de todos los habitantes a los recursos energéticos? Estamos hablando nada menos que de la energía, motor de desarrollo de un país. 

La Presidenta argentina Cristina Fernandez de Kirchner, quien participó de la apertura instó a los países desarrollados a tomar la delantera en cuanto a su responsabilidad por los daños ambientales  y abogó por dar una respuesta "justa y equitativa" a los desafíos en materia de medio ambiente: "La equidad implica que el acceso a la energía tiene un rol fundamental en la erradicación de la pobreza. No hay un medio ambiente sano, mientras haya franjas numerosas de la población global sumida en la más extrema pobreza". Coincidimos con este discurso, pero desde qué modelo de desarrollo estamos hablando, qué tipo de energía proponemos para garantizar el acceso a todos y todas, a la vez respetando el medio ambiente y cuidando los recursos naturales?. Pues de eso se trata el desarrollo sustentable.
La mandataria también defendió la energía nuclear, que es una opción no renovable ( y genera distintas opiniones, debido al reciente accidente de Fukushima y los desechos que genera), como una de "una de las más limpias y sanas, que puede lograr resolver problemas en términos de coste", y reivindicó el papel "altamente eficiente en el uso de la energía".

El presidente francés Francois Hollande, advirtió que el planeta se dirige hacia una "catástrofe medioambiental global"si los gobiernos no asumen sus responsabilidades para solucionar los problemas que enfrentan las energías renovables y resaltó la necesidad de invertir alrededor de 300.000 millones de dólares en la energía limpia y renovable sólo en este año, para preparar la "era postpetróleo".

En este contexto, la Agencia Internacional de Energía (IRENA) alertó sobre la imperiosa necesidad de que los países aumenten su capacidad para producir energía solar, eólica y otras renovables a fin de alcanzar los objetivos del milenio marcados por la ONU.

Durante la última Cumbre realizada el año pasado en Río de Janeiro, conocida como Río + 20, "El futuro que queremos" un documento alertaba sobre la necesidad de acceder a la energía, en un reparto equitativo porque uno de cada cinco habitantes del planeta aún no posee siquiera electricidad. En el otro extremo, en los países más desarrollados el problema de la energía se debe al despilfarro y la contaminación.  Frente a este panorama, el Secretario General de Naciones Unidas Ban Ki Moon propuso alcanzar tres objetivos, complementarios entre sí: "1. asegurar el acceso universal a servicios modernos de energía; 2. Duplicar la tasa mundial de mejora en la eficiencia energética y 3. Duplicar la proporción de energía renovable en el conjunto de tipos de energía utilizados en todo el mundo".

No es un dato menor el lugar escogido para realizar esta Cumbre: los Emiratos Arabes Unidos, cuyo desarrollo económico dependió de la producción y exportación de petróleo y gas. Justamente el modelo que demostró el agotamiento de los recursos naturales y sus efectos sobre el cambio climático, producto de las emisiones de combustibles fósiles. Sin olvidar también las guerras que se dieron en el pasado por el control de estos recursos, como la de Irak. 
El desarrollo sustentable, como aquel que armoniza los aspectos económicos, sociales, culturales y ambientales no será posible si se sigue reproduciendo un modelo basado en la concentración, el agotamiento de los recursos y la contaminación del medio ambiente.

Fuentes: (Agencia EFE verde)

Sobre la necesidad de energías renovables para el desarrollo sostenible  http://archivo.ecodes.org/pages/especial/energias-renovables-motor-de-desarrollo/index.html

http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-211935-2013-01-16.html

http://www.comambiental.com.ar/2013/01/energia-para-seguir-creciendo.html

viernes, 18 de enero de 2013

Lectura de verano



Después de unos días de ausencia (me tomé unas verdaderas vacaciones) les dejo una recomendación para leer: un artículo del periodista Sergio Federovisky, publicado en la revista Noticias, anticipo de su último libro "Los mitos del medio ambiente", editado por Capital Intelectual.

Con voluntad no alcanza

Cómo y por qué las acciones individuales no son suficientes para frenar la actual destrucción del medio ambiente. El efecto del hiperconsumo capitalista.

En los últimos veinte años, con el corte de cinta inaugural de la Era Verde que supuso la Eco’92 de Río de Janeiro, crecieron de manera paralela y exponencial los problemas ambientales y la cantidad de charlatanes dedicados a explicarlos e ilustrarnos acerca de lo sencillo que es resolverlos “si tomamos conciencia”. La cantidad de diagnósticos y propuestas de soluciones mágicas, sin embargo, resulta directamente proporcional al empeoramiento de la situación. Llueven, no obstante, las recetas y las invocaciones a cambios de conductas individuales que garantizan una suerte de aproximación sucesiva a la felicidad ecológica.
Todos saben, sabemos, en teoría, cómo terminar con los problemas ambientales, salvar al planeta y volver a vivir en armonía con nuestro entorno, cual si remedáramos un tiempo lejano que imaginamos en equilibrio con la naturaleza. Quizás ahí aparezca una primera contradicción insalvable: las consignas que sobrevuelan indican que debemos entrar más en contacto con lo natural, consumir menos productos nocivos, generar menos basura, usar menos electricidad, todos consejos que van a contramano con el sistema en el que vivimos y que, no lo neguemos, en un punto asociado con el deseo, disfrutamos.
Nada –salvo una tesis repetida, pero no por eso comprobada– indica que ese listado de buenas conductas nos llevará a la solución de los problemas ambientales,independientemente de la escala de estas calamidades (calentamiento global, extinción de especies, contaminación de los ríos, basurales a cielo abierto, aire irrespirable).
Sabemos cómo solucionar los problemas ambientales y, no obstante, cada día redescubrimos –lugar común– cómo los humanos estamos destruyendo el planeta. ¿Qué esperás para salvarlo?, se nos interpela como si apenas se tratara de accionar una palanca distinta a la que accionamos cada mañana, adquirir la conciencia indispensable y convertirnos en seres “amigables” con el medio ambiente.
Estas páginas están siendo escritas exactamente veinte años después de aquella Cumbre de la Tierra de 1992 que, en los papeles y los discursos inflamados de los jefes de Estado, daba inicio a la era de remediación de los problemas ambientales: ya hemos destruido demasiado el planeta, decían los líderes del mundo en Río de Janeiro, ahora es tiempo de recuperarlo. Dos décadas después, todos los indicadores ambientales, principalmente aquellos que en 1992 habían hallado en el desarrollo sustentable la fórmula de la reversión del deterioro, se confirman empeorados. El cambio climático, por ejemplo, solo cosechó decenas de informes indicando la proximidad del Apocalipsis, conocido técnicamente como “punto de no retorno”: los famosos tres grados centígrados de incremento de la temperatura del planeta, más allá de los cuales –incluso considerando una irreal abolición inmediata de la emisión de gases de efecto invernadero– la ciencia no presume que exista forma de recuperar el estado anterior. De hecho, el volumen de emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera no solo no disminuyó desde la creación de la Convención sobre Cambio Climático en 1992, sino que se incrementó contra todas las recomendaciones, protocolos y acuerdos firmados. En cuanto a la biodiversidad, no solo no se revirtió la tendencia a su explotación irracional, sino que se profundizó: la llegada del capitalismo a China agregó mercados de demanda de alimentos que, de manera sistémica, presionan sobre los recursos naturales –por ejemplo a través de un incremento aberrante de la desforestación– para liberar tierras potencialmente arables. En el transcurso de las dos décadas de compromiso ambiental mundial que se conmemoraron en 2012 se produjeron, por ejemplo, el mayor derrame petrolero (British Petroleum en el golfo de México) y el mayor accidente nuclear (Fukushima) de la historia, así como el efecto más furibundo del cambio climático sobre una sociedad supuestamente preparada para enfrentarlo (Katrina sobre Nueva Orleans), la aparición de un sistema de saqueo mundial descontrolado (la minería a cielo abierto) y la irrupción de la genética vegetal como plataforma de consolidación agrícola del monocultivo que la evolución invirtió miles de años en desterrar de la naturaleza.
http://noticias.perfil.com/2012-12-27-19615-con-voluntad-no-alcanza/