Un
17 de octubre de 1945 el pueblo se congregó en la Plaza de Mayo para
exigir la liberación del entonces Coronel Juan Domingo Perón que estaba
preso.
Perón había promovido desde la Secretaría de Trabajo y Previsión Social una serie de reformas que beneficiaban los derechos de los trabajadores. Esta fecha se considera el símbolo del Movimiento Peronista y se celebra como el Día de la Lealtad.
Perón había promovido desde la Secretaría de Trabajo y Previsión Social una serie de reformas que beneficiaban los derechos de los trabajadores. Esta fecha se considera el símbolo del Movimiento Peronista y se celebra como el Día de la Lealtad.
" Era el subsuelo de la patria sublevado", así describía
Raúl Scalabrini Ortiz a la multitud que copó la Plaza y osó meter las
"patas" en la fuente:
"El sol caía a plomo cuando las primeras columnas de obreros comenzaron a llegar. Venían con su traje de fajina, porque acudían directamente de sus fábricas y talleres. No era esa muchedumbre un poco envarada que los domingos invade los parques de diversiones con hábito de burgués barato. Frente a mis ojos desfilaban rostros atezados, brazos membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y las vestiduras escasas cubiertas de pringues, de restos de breas, grasas y aceites.
Llegaban cantando y vociferando, unidos en la impetración de un solo nombre: Perón.
Era la muchedumbre más heteróclita que la imaginación puede concebir. Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad. Un hálito áspero crecía en densas vaharadas, mientras las multitudes continuaban llegando.
Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de la Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito y en la misma fe iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor mecánico de automóviles, la hilandera y el peón. Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto. Era el substrato de nueva idiosincrasia y de nuestras posibilidades colectivas allí presente en su primordialidad sin reatos y sin disimulos. Era el de nadie y el sin nada en una multiplicidad casi infinita de gamas y matices humanos, aglutinados por el mismo estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por una misma verdad que una sola palabra traducía: Perón.
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